El enigma Luigi Pontillo
Por Luis Meseguer Mira
Hace poco me apareció en Youtube uno de esos vídeos que nunca vería si no estuviera recomendado por el sistema. Lo habían subido hace tres años y solo tenía 40 visualizaciones. El título era Et Ascendit in Coelo, de Luigi Pontillo. Formaba parte de una lista de reproducción de un álbum titulado Sacred Choir. Al reproducirlo, de repente me asaltó una serie de cromatismos ascendentes que me sacó de mis casillas. Toda una experiencia sensorial.
El texto forma parte del Credo, en que se dice “y subió al Cielo y está sentado a la derecha del Padre”. Efectivamente, el truco de los cromatismos tiene un sentido: dar una sensación de ascensión e ingravidez, un desafío a las leyes físicas. Según nos parece contar Pontillo, Dios rompe las leyes gravitatorias de igual forma que el compositor rompe las armónicas, hasta reposar en el versículo “et sedem ad dexteram Patris”. El recurso recuerda a la Misa de Juan XXIII (1962) de Julián Carrillo, construida con cuartos de tono. Este efecto, sin embargo, aquí tiene otros objetivos:
Pero volviendo a nuestro Et Ascendit, inmediatamente me pregunté: ¿Cómo es posible que nadie hable sobre esta maravilla? Empecé buscando el nombre del compositor en Google, y no encontré nada, excepto las referencias a este álbum y un programa de televisión de los 2000 en que se le ve dirigiendo un coro. Ni web oficial, ni biografía, ni fecha de nacimiento, ni foto, nada.
Descendió a los infiernos
Así que, sin poder tirar de ese hilo, lo intenté a través del sello discográfico que se ve en la carátula, OpenSound. Me llevó a una web italiana de músicas de archivo, es decir, de canciones puestas al servicio de proyectos audiovisuales. Allí uno puede encontrar infinidad de obras seleccionando tempo, instrumentos, géneros, etc. Vamos, una forma encubierta de ahorrarse el gasto de un compositor.
Podemos imaginar que OpenSound añadió este álbum a sus servicios. Pero eso supone una nueva pregunta: ¿Fue creada como encargo para OpenSound o Pontillo ya la tenía compuesta? Si es la primera opción, me niego a aceptar que esta joya del Nilo se haya hecho para un proyecto así. Allí competiría con música ambient y ukeleles, canciones con descripciones literales como esta: “Elegante y sensual melodía de ritmo medio en estilo Lounge con una atmósfera soñadora y seductora”.
De hecho, si escuchamos el álbum entero, notamos diferencias estilísticas bastante grandes. Un Kyrie con frases orgánicas y armonías envolventes convive con un In Paradisum construido al estilo Marco Frisina. Algunos textos proceden de liturgias diferentes, como la misa de difuntos o el himno eucarístico O Sacrum Convivium. Todo indica que el compositor aprovechó piezas compuestas en diferentes contextos, quizás en diferentes épocas vitales, y las reunió para crear este álbum.
La vida del mundo futuro
“Angélica y paradisíaca. Melodía esperanzadora y evocadora a cargo de un coro a cappella en estilo de Música Sacra”. Así describe OpenSound Et Ascendit in Coelo, añadiendo etiquetas como #epic #ancient #historical, etc.
Esto nos conduce al verdadero tema del artículo. ¿Cómo es posible que una obra tan genial se publique en un espacio como ese? La precariedad del compositor (y en especial el del género sacro) está llegando a límites insospechados. Cobrar dignamente en estos proyectos artísticos es casi un deseo de cumpleaños.
No voy a caer en aquello de “otros tiempos fueron mejores”, no tiene sentido volver al siglo XVIII. Soy de los que piensan que nosotros, los compositores, somos los primeros en luchar para mejorar la situación. Pero es evidente que si se ha llegado a casos como éste, es porque aún faltan oportunidades y encargos por parte de las instituciones que deberían promover este tipo de arte.
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