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Compositora y santa: el caso de Hildegarda

17 de setiembre es el día de (Santa) Hildegarda de Bingen. Wikipedia le dedica una lista larga de atributos en su descripción: "fue una santa, compositora, escritora, filósofa, científica, naturalista, médica, polímata, abadesa, mística, líder monacal y profetisa alemana". Todo un pack comprendido en una sola persona. En este artículo nos centraremos en lo de "compositora".


En pleno siglo XII, ella destacó por sus escritos e influencia (se llegó a cartear con Federico I Barbarroja). En su abadía de Rupertsberg, que fundó ella misma, además de escribir libros de temas tan variados como teología, medicina o lenguas inventadas, se dedicó a componer música. Estas composiciones servirían para los cantos habituales de las monjas de Rupertsberg: antífonas, responsorios, himnos, secuencias... Llegó a componer también el Ordo Virtutum, una representación teatral cantada sobre la lucha entre virtudes y vicios.


Según Hildegarda, estas melodías, igual que sus revelaciones místicas, fueron transmitidas desde lo más alto. Si esto es así, la Providencia no ha limitado su interpretación dentro de los muros de la abadía, sino que ha llegado hasta el día de hoy. Tener música medieval tan bien conservada y, sobre todo, sabiendo quién la compuso, es todo un lujo: la música de su época era principalmente anónima.


Melodía y ritmo celestial


Como habréis escuchado en este Columba Aspexit, lo que se oye es únicamente una melodía. Sin acompañamiento, sin otras voces, sin nada. Una melodía desnuda. Esto puede ser algo áspero para el oído actual, que busca un poco más de compañía sonora. ¿Por qué Grace Davidson nos presenta esta versión tan austera? La respuesta es muy sencilla: porque lo que compuso Hildegarda eran únicamente melodías.


¿Eso significa que en su época se interpretaría sin acompañamiento? No. Pero el acompañamiento no se escribía, ya que no se consideraba tan importante como para ponerlo por escrito y se solía dejar al gusto del intérprete, que tomaría las decisiones musicales en directo. Aún así, este acompañamiento sería sutil, como un colchón debajo de la melodía principal. Se destacaría así la melodía, donde se concentra toda la atención. En la melodía es donde reside el encanto de la obra, y por lo tanto, la composición de esta debe ser muy pensada, porque de ella depende todo.


Esta melodía, además, está escrita con un sistema métrico diferente al actual. No está mensurado, es decir, los valores rítmicos no son proporcionales. Actualmente, por ejemplo, las negras equivalen a dos corcheas, a cuatro semicorcheas, a ocho fusas, etc. En la época de Hildegarda, no existía esta forma de contar el tiempo. Existían ritmos más largos que otros, pero no se pedía este grado de exactitud. Entonces el cantante decidía las duraciones, las adaptaba a la dicción natural de las palabras. Por eso, al escuchar aquel Columba Aspexit, tenemos una sensación de estar flotando en el aire, sin nada que nos marque un ritmo "terrenal".


Y ahora viene la magia


Nos encontramos en el siglo XXI con estos manuscritos de melodías desnudas. Unas melodías que se pueden tocar con cualquier instrumento, que se les puede dar cualquier acompañamiento y cuyos ritmos se pueden estirar y acortar a nuestro gusto. Son los ingredientes perfectos para dar rienda suelta a la creatividad y hacer obras como la versión coral que hemos escuchado. Se atrapa la esencia de la melodía original y se convierte en algo actual.


A continuación presento algunas curiosidades que he rescatado de YouTube. Todas son versiones obras de Hildegarda aunque algunas se alejan un poco más. Pero todas son muy poéticas.






De la última versión, sorprende el ritmo de la percusión, haciendo una propuesta mucho más "trepidante" y "guerrera". Aquí se demuestra el gran cambio que sufre la música de Hildegarda únicamente añadiendo ritmo mensurado. Conserva su sabor medieval pero se convierte en algo más terrenal. Eso es lo que ocurre también en la siguiente versión que contiene música electrónica. En este caso, opino que el ritmo juega en su contra. Al ser tan repetitivo y en un ambiente sonoro tan estático, la melodía original se queda enjaulada. La libertad del desarollo melódico se enquista por una especie de "eterno retorno inmanente" muy alejado del pensamiento teológico de Hildegarda de Bingen.



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